
Menudo bajón haber pasado todo el puente en Valencia, con su magnífico sol, y volver al puto cierzo cabrón de mi Zaragoza natal.
El sábado estuve en una ''mascletá'', la gente de allí dijo que había sido una ''mierda'', yo era la primera que presenciaba y flipé, cómo me retumbaban los pantalones. Eso sí, aparcar, esperar con el sol en la nuca, desaparcar, salir del centro ... para cinco minutos o menos.
Y la gente, también flipé con la gente. No imaginaba que existieran tantos muchachos con greñitas y mechitas rubias. Un ''niñato'' intentó echarme la ceniza de un canuto y sus chinazos en la manga sin fortuna, mientras se abrían paso entre la multitud y parecía ser su entretenimiento con todo el que se cruzaba. Y una disputa con un guardia de seguridad del Leroy Merlin que nos regaló la frase del puente: ''cada uno conduce cómo le da la gana''.
Pero clima y estética son indiscutibles.
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